Ecología y estética forman un binomio conceptual con origen en la tradición de Alexander von Humboldt en donde se conjuga la investigación desde las ciencias naturales con la experiencia estética. De hecho, la investigación de fenómenos complejos como el paisaje y las urbes son materia de investigaciones estéticas actuales. La comprehensión sensorial –estética– permite interpretar los contextos ambientales –ecología– de formas inesperadas. Imágenes de paisajes y ciudades son catalizadores para el autoconocimiento de los seres humanos que habitan la  “astronave Tierra” (Richard Buckminster Fuller) que destruyen progresivamente.

Una mirada dentro del deep time de la geología, en sus múltiples visualizaciones, resulta en productivos choques de consciencia: la construcción visual del hábitat en el antropoceno en tiempos de la híper-urbanización, la explotación de recursos naturales –sobre todo recursos fósiles– es sin embargo tan sólo un espacio temporal corto dentro de la historia del planeta. Los testimonios materiales y visuales de la civilización contrastan siempre de nuevo con las fuerzas naturales. Así surgen imágenes discordantes cuya comprehensión es menester de una ciencia de la imagen (Bildwissenschaft).

Un enfoque dentro de este quehacer científico es la iconografía política que explora cómo las estructuras humanas y el sometimiento del medio ambiente –un tema político arcaico, más antiguo que la escritura– se manifiesta en imágenes activas, en la transformación de sus esquemas visuales, su difusión,  percepción y los diferentes tipos de funciones políticas que realizan.